
Casi todas mis opiniones parten de un convencimiento que si bien intuía de toda la vida, sólo alcancé en los últimos años: no existe el libre albedrío. Las personas, aún en sus ocupaciones más elevadas y racionalmente avanzadas, en el fondo actúan siempre, absolutamente siempre, movidas por dos instintos biológicos, y bien simples: sobrevivir y reproducirse. Todo lo que hacemos puede interpretarse en términos de buscar una ventaja competitiva para satisfacer mejor una o ambas necesidades.
Esto, si bien suena espantoso, no lo es necesariamente ya que la complejidad que alcanzan nuestros cerebros nos impide ver directamente los mecanismos que determinan nuestras desiciones, y de esta forma experimentamos una ilusión de libre albedrío, una abstracción que a efectos prácticos hace a la vida tolerable.
Por otro lado, cuando uno parte de esta base, no le es difícil entender que la gente es esencialmente desagradable: el egoísmo y el miedo pesan mucho más que cualquier actitud o sentimiento positivo, por la simple razón de que son fuerzas primarias que actúan en toda situación, y lo demás son sofisticaciones que sólo salen a relucir cuando las circunstancias son propicias.
Cómo se puede ser optimista respecto a la vida y la humanidad partiendo de esta base? Es difícil, pero creo que estos mismos instintos pueden encausarse en la dirección correcta. Esto requiere del entendimiento de que nuestra supervivencia y prosperidad a largo plazo es superior si dejamos de gastar energías en someter al otro, y por el contrario favorecemos un entorno donde la prosperidad del otro favorezca la mía propia.
Si, ya sé: los instintos no piensan a largo plazo. Y esto se aplica a todo nivel, tanto entre gobiernos que temen a sus vecinos y por ende se llenan de armas, como entre grupos sindicales que buscan adquirir privilegios y derechos, y por ende la prosperidad del empleador es contraria al objetivo. Y también se aplica en la convivencia diaria: como convencemos a ese tachero culorroto que nos garronea en el cruce de que respetar la preferencia del otro es lo mejor para su prosperidad futura? como va a entender esa vieja chota que se para en el medio de la escalera mecánica que dejar pasar a los que van más apurados la puede favorecer en algún sentido?
Imposible? quizá; si es así el mundo seguirá siendo un lugar horrible para una gran parte de su población, y la solución sea que yo u algún supervillano rival lo someta a su yugo. Quizá no, quizá la inteligencia todavía pueda sobrevivir y extenderse en esta guerra donde la animalidad tiene las tasas de natalidad a su favor, y creo que hay ejemplos para alentar la esperanza.
En todo caso, los efectos tardarán algunas generaciones en sentirse. Qué hacemos mientras tanto, los que odiamos al humano pero no podemos alejarnos de él, porque somos parte del mismo y en cierta forma también parte del problema? Dónde nos escondemos a esperar que la gente sea menos gente? ..... ah, carajo, si fuera tan fácil....
